Durante la Pascua Militar de 2024, celebrada en el Palacio de Oriente, se vivió un momento curioso que rápidamente captó la atención del público.

La Reina Letizia estuvo a punto de perder un valioso broche, parte de las llamadas “joyas de pasar” de la monarquía española, cuando accidentalmente se le cayó al suelo.

En un gesto rápido, el Rey Felipe VI se inclinó para recogerlo y devolvérselo a su esposa antes de que comenzara el himno nacional.

Este gesto de Felipe VI fue visto por muchos como una muestra de atención y cuidado hacia la Reina, pero también despertó críticas y especulaciones en torno al papel del monarca.

Las redes sociales y algunos medios no tardaron en hacer eco del incidente, con opiniones divididas entre quienes lo interpretaron como un acto de cortesía y quienes lo vieron como una señal de sumisión del Rey hacia Letizia.

Este evento reavivó debates sobre la dinámica dentro de la pareja real y, más ampliamente, sobre el papel de Felipe VI como monarca.

Algunos usuarios en redes se refirieron al Rey como un “títere”, sugiriendo que su actitud refleja una posición secundaria frente a la Reina, mientras que otros defendieron su gesto como una muestra de respeto y amor.

Más allá de la anécdota, lo que ha generado mayor debate es la aparente falta de presencia pública de la familia real durante las vacaciones navideñas.

A pesar de que la Princesa Leonor estuvo en España durante tres semanas, no se han difundido imágenes de ella, lo que ha decepcionado a muchos.

Esto contrasta fuertemente con otras monarquías europeas, como la holandesa, que no dudan en compartir momentos familiares durante las festividades.

El manejo comunicativo de la Casa Real ha sido criticado por su opacidad, ya que este tipo de decisiones podrían estar alejando a la futura reina del imaginario colectivo de los españoles.

La ausencia de la familia real en la esfera pública durante un periodo tan significativo como la Navidad, unido a la falta de información oficial, solo alimenta las especulaciones y el descontento de la población.

Con este escenario, la pregunta que surge es si esta estrategia de mantener a la Princesa Leonor fuera del foco público es la más adecuada para una monarquía que necesita conectar con sus ciudadanos.

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