Nacida en una familia ultraconservadora, la artista de 26 años que saltó a la fama con Good Luck, Babe! gracias a TikTok ha encontrado en la estética hortera el trampolín definitivo para su carrera

La cantante Chappell Roan, sin miedo a nada.

Si se considera usted melómano y no ha escuchado hablar de Chappell Roan estas últimas semanas, quizá tenga un severo problema de desconexión con la realidad.

Hace meses sería incluso permisible, con todo el huracán Taylor Swift arrasando Europa con su Eras Tour, pero ya es hora de pasar página y actualizarse.

La versión corta es que Chappell Roan (Missouri, 1998) es la nueva estrella pop yanqui.

La semana pasada recibió el premio a Artista Revelación en los MTV Video Music Awards, que aprovechó para dedicar a la comunidad LGTBIQ+.

Para celebrarlo, prendió fuego al escenario del UBS Arena en una actuación de fantasía medieval donde apareció vestida como un paladín de Dragones y Mazmorras o una princesa guerrera de Juego de Tronos, trencitas y arco en mano.

Casi como, si en lugar de en una gala de premios, estuviese jugando a un videojuego.

Digamos que la discreción no es lo suyo.

Precisamente por su actitud performática y su descaro bajo cualquier circunstancia -insultó a un fotógrafo mientras posaba delante del photocall-, artistas como Elton John o Lady Gaga han profesado públicamente su devoción por Roan.

Autodefinida como cantautora, la joven de 26 años es una abanderada del movimiento queer, la estética drag y el estilo camp.

Olivia Rodrigo la escogió como telonera de su gira Guts en Los Ángeles y la invitó a cantar uno de sus singles, Hot to Go!, tras coprotagonizar un par de vídeos en las redes sociales.

Y es que, desde que en septiembre de 2023 lanzase su álbum The Rise and Fall of a Midwest Princess -un debut cuajado de ganchos de synth-pop-, la popularidad de Roan no ha dejado de crecer.

En Coachella llamó la atención de un público intergeneracional con sus prodigiosos falsetes y reventó a una crítica reticente a abrirle la puerta a otra joven weirdo como Billie Eilish.

Acaparó titulares con un estilismo inspirado en los años 80: pelo rizado, mallas de leopardo y una camiseta de tirantes que decía “Eat Me”.

Pero fue ella quien se los comió a todos.

Días después, su canción Good Luck, Babe! -donde habla de una mujer incapaz de asumir su sexualidad y reconocer su amor por ella- se volvió viral en TikTok, colándose directamente en el Billboard Hot 100.

Si uno quiere conocer la versión larga de la historia de Chappell Roan, debe remontarse a 2014. Durante una década, su senda hacia la fama ha estado plagada de tantas rosas como espinas.

Nacida como Kayleigh Rose Amstutz, el ojito derecho de una familia de valores profundamente conservadores, Roan empezó a subir versiones en YouTube siendo una adolescente, con la intención de darle forma a su alter ego extravagante.

Para dar vida a su creación, al más puro estilo del doctor Frankenstein, primero eligió su nombre artístico: un homenaje a su abuelo, Dennis Chappell, cuya canción favorita era The Strawberry Roan, de Marty Robbins.

La cantante Chappell Roan, nuevo icono drag.

Con 16 años, Roan compuso su primera canción original, Die Young, lo que al año siguiente le valió un contrato con Atlantic Records.

La discográfica la despidió en 2020 por “no generar suficientes ganancias”, un hándicap que la empujó sin flotador a la piscina de la música independiente.

Pero su proyecto de álbum debut creció como la espuma y en 2023 tuvo que firmar con un nuevo sello, Amusement Records, ya que su vida se había vuelto “inmanejable”.

A cambio, puso la condición de “mantener el control creativo de su carrera y poder expresarse plenamente”, según recoge la revista Rolling Stone.

Prueba de ello fue su decisión de elegir a drag queens y animadores locales como teloneros de su primera gira, Naked in North America, instando a su público a ir disfrazados a los conciertos; una tradición que también continuó en su gira internacional Midwest Princess.

Alérgica a las alfombras rojas y diagnosticada con un trastorno bipolar, Roan hizo su debut televisivo en un late night vestida de novia en febrero de este año.

Al cabo de pocas semanas, los siete millones y medio de reproducciones de su Tiny Desk Concert, donde aparecía enjoyada y empelucada como un participante más de Drag Race, atiborraron al algoritmo de YouTube,

Así las cosas, el ascenso de Chappell Roan al Olimpo del pop contemporáneo es tan claro como impredecible.

¿Lo último? Aparecer cubierta de pintura verde, como una Estatua de la Libertad humana, para presentar su canción Subway en el Festival Governors Ball de Nueva York.

Y revelar, de paso, que había rechazado actuar en la celebración del Orgullo en la Casa Blanca: “Queremos libertad y justicia para todos. Cuando eso sea una realidad, ahí estaré”.

Buena suerte con eso, babe.