¿Recuerdas a la niña que Mariska Hargitay adoptaron hace 14 años? Aquí está su historia de vida. | HO

Esta niña no fue deseada por su madre, quien intentó abortarla. Pero algo increíble le sucedió. En 2011, Mariska Hargitay y Peter Hermann, una de las parejas más ricas y famosas de Hollywood, adoptaron a la recién nacida y la llamaron Amaya. Desde entonces, su vida cambió por completo.

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En 2011, Mariska Hargitay y Peter Hermann, dos de las figuras más queridas de Hollywood, decidieron expandir su familia de una manera que marcó un antes y un después en sus vidas. Adoptaron a una pequeña niña recién nacida, a quien llamaron Amaya. Su historia, sin duda, está llena de emociones, desafíos y un amor incondicional que transformó no solo la vida de Amaya, sino también la de sus nuevos padres.

Mariska Hargitay, conocida mundialmente por su papel como la detective Olivia Benson en la exitosa serie Law & Order: Special Victims Unit, y Peter Hermann, actor y escritor, se conocieron en el set de la misma serie en 2001. Luego de un par de años de relación, se casaron en 2004.

En 2006, recibieron con mucha alegría a su primer hijo, August, a pesar de las complicaciones que Mariska sufrió durante su embarazo, incluida la diabetes gestacional. Después del nacimiento de August, la pareja decidió expandir su familia, pero debido a los problemas de salud que Mariska enfrentó en su embarazo anterior, la opción de tener otro hijo biológico no era viable.

Fue entonces cuando decidieron explorar la adopción, algo que Mariska había considerado desde su infancia. La idea de formar una familia a través de la adopción se hizo más significativa cuando recordó su propia experiencia al crecer con una madrastra y medio hermanos, lo que le enseñó que las familias pueden ser formadas de muchas maneras diferentes.

La historia de Amaya comenzó de una forma bastante conmovedora y, a la vez, dramática. En 2011, Mariska y Peter supieron de una joven madre soltera que estaba considerando abortar a su bebé debido a sus dificultades económicas. A través de un abogado, la pareja conoció a la madre biológica y logró convencerla de llevar el embarazo a término para que pudieran adoptarlo.

Durante el parto, Mariska estuvo junto a la madre, ofreciéndole apoyo y sosteniéndole la mano mientras traían al mundo a la pequeña Amaya.

Sin embargo, lo que parecía un hermoso final, en un principio, se complicó cuando la madre biológica comenzó a experimentar una conexión emocional profunda con su hija. Después de varios días de incertidumbre y dolor, la madre biológica tomó una decisión muy difícil pero extremadamente generosa: decidió entregar a su hija para que tuviera una vida mejor con Mariska y Peter. En ese momento, Amaya pasó de ser un bebé no deseado a formar parte de una familia que la amaría profundamente y le ofrecería un futuro lleno de estabilidad y amor.

Estos Son Los Hijos De Mariska Hargitay - YouTube

La vida de Amaya dio un giro radical. Tras su adopción, se trasladó a vivir en una hermosa mansión en los East Hamptons, un lugar ideal para crecer y desarrollarse con amor y seguridad. Pocos meses después, Mariska y Peter decidieron adoptar otro niño, Andrew, quien también llegó a su vida en condiciones delicadas de salud, con problemas respiratorios graves. Esto hizo que la familia enfrentara más desafíos médicos, pero también los unió aún más.

Amaya, desde pequeña, mostró ser una niña fuerte y decidida. A los 5 años, Mariska la describía como inteligente, divertida y muy madura para su edad. La conexión que la niña compartía con su madre era tan profunda que Mariska incluso llegó a decir que su hija era su “mejor amiga”. Además, Amaya demostró ser protectora y valiente, defendiendo a su hermano Andrew cuando tenía solo 8 años. En un incidente en el parque, Amaya intervino para proteger a Andrew de un niño que lo estaba molestando, y no dudó en enfrentarse al acosador, a pesar de que él la empujó. Mariska se mostró muy orgullosa de la valentía de su hija.

A medida que fue creciendo, Amaya siguió siendo la favorita de la familia, no solo por su inteligencia, sino también por su fuerte carácter y su bondad. En los años siguientes, Mariska y Peter mantuvieron a sus hijos lo más alejados posible de los medios de comunicación, tratando de preservar su privacidad. Sin embargo, en algunas ocasiones, Amaya apareció en el Instagram de su madre, donde compartió fotos familiares, en particular las fotos divertidas de la celebración de Halloween, una de las tradiciones favoritas de la familia.

Hoy en día, Amaya tiene 13 años y continúa siendo una niña muy unida a su familia. Su madre y ella comparten un amor profundo por la música, especialmente por Taylor Swift. El año pasado, madre e hija asistieron al estreno de la película de Taylor Swift, lo que marcó una rara aparición pública para ellas. A pesar de ser una figura pública, Mariska ha logrado mantener a su familia fuera del ojo público en gran medida, y la relación entre los hermanos es tan estrecha como el amor que comparten con sus padres.

El vínculo entre Amaya y sus hermanos, August y Andrew, es uno de los aspectos más hermosos de esta historia. Aunque Andrew ha tenido que enfrentar algunos desafíos médicos, como problemas respiratorios y de reflujo, su resiliencia ha inspirado a todos en la familia. Juntos, los tres hermanos se apoyan mutuamente en todas las situaciones de la vida, desde las tareas escolares hasta brindar apoyo emocional en los momentos más difíciles.

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La historia de Amaya es un testimonio de la importancia del amor y la familia. Los padres de Amaya, Mariska Hargitay y Peter Hermann, han creado una familia basada en el amor incondicional y el cuidado, demostrando que los lazos familiares no siempre dependen de la biología. Han enseñado a sus hijos el valor de la bondad, el apoyo mutuo y la fortaleza para enfrentar los desafíos de la vida.

El nombre de Amaya, que significa “valle celestial” o “lluvia nocturna” en japonés y en español, refleja la serenidad y la belleza de su vida, que comenzó en circunstancias difíciles pero que ahora está llena de amor y esperanza. La decisión de sus padres de adoptar a Amaya no solo cambió su vida, sino también la de ellos, transformando una historia que comenzó con la incertidumbre en una vida llena de alegría y familia.

La historia de Amaya demuestra que el verdadero amor no se mide por los lazos de sangre, sino por la dedicación, el sacrificio y el compromiso de quienes eligen cuidar y amar a un niño como propio.