🔴Íñigo Errejón y Ana Bernal Triviño RETRATADOS también por el caso Rocío Carrasco | HO

Ana Bernal-Triviño se desliga de la docuserie de Carrasco: "Estoy pagándolo  muy caro"

En el turbulento mundo de la política y el periodismo, pocas figuras logran escapar de la lupa pública. Íñigo Errejón, ex portavoz de Sumar, y Ana Bernal Triviño, periodista y académica destacada en temas de género, han vuelto a ser objeto de escrutinio mediático, esta vez, por las recientes declaraciones de Bernal Triviño y las sombras que recaen sobre Errejón en relación a acusaciones de comportamiento inadecuado. Sin embargo, lo que une a estos dos personajes, más allá del contexto político, es su relación con uno de los episodios más mediáticos y polémicos de los últimos años en España: la docuserie de Rocío Carrasco.

En 2021, la emisión de la docuserie “Rocío, contar la verdad para seguir viva” generó un impacto sin precedentes en la sociedad española. En ella, Rocío Carrasco narraba los episodios de violencia que, según su testimonio, sufrió durante su relación con Antonio David Flores, ex guardia civil y personaje televisivo. La docuserie no solo capturó la atención del público, sino que también desencadenó un debate nacional sobre la violencia de género y el tratamiento mediático de las víctimas. Muchos personajes públicos, entre ellos Errejón y Bernal Triviño, mostraron su apoyo incondicional a Carrasco, en una postura que algunos consideraron politizada.

Errejón, en su calidad de representante público, fue uno de los políticos que no dudó en respaldar el testimonio de Carrasco, a pesar de que la causa judicial contra Flores había sido sobreseída por falta de pruebas suficientes. Por su parte, Ana Bernal Triviño se consolidó como una de las principales defensoras del relato de Carrasco, apareciendo en diversos programas y medios, donde su análisis se centró en la importancia de escuchar a las víctimas y en cómo el sistema judicial, en muchas ocasiones, no logra brindar la protección necesaria.

Sin embargo, en tiempos recientes, ambos personajes se han visto envueltos en controversias que han puesto en duda su postura y coherencia en estos temas. Por un lado, Errejón ha sido señalado por denuncias relacionadas con su comportamiento, lo que ha llevado a su dimisión como portavoz de Sumar. Lo que ha causado revuelo no es solo la dimisión en sí, sino el hecho de que figuras como Ana Bernal Triviño, quien ha sido una fuerte defensora de los derechos de las mujeres, reconociera en declaraciones recientes que “las mujeres estábamos avisadas” del comportamiento de Errejón. Este tipo de afirmaciones han generado indignación en diversos sectores, al considerarse que, si ya había conocimiento de conductas inapropiadas, el silencio y la falta de acción resultan aún más problemáticos.

OPINIÓN | ANA BERNAL-TRIVIÑO | Rocío Carrasco y TVE

En palabras de Bernal Triviño: “Entre las mujeres nos protegemos y nos damos avisos sobre ciertos comportamientos”. Esta declaración ha levantado una ola de críticas, ya que se percibe como una admisión de que ciertas conductas inadecuadas de personajes públicos fueron conocidas, pero no denunciadas de manera abierta. Esto ha llevado a muchos a preguntarse sobre la eficacia y moralidad de estos “círculos internos” feministas, donde aparentemente se discuten casos sin que haya una intervención pública o institucional adecuada.

Las críticas hacia Bernal Triviño no solo se centran en sus declaraciones recientes, sino también en lo que muchos ven como una contradicción en su postura respecto a la docuserie de Rocío Carrasco. Mientras que en aquel momento, tanto ella como Errejón mostraron un apoyo vehemente hacia Carrasco, ahora se cuestiona por qué el mismo nivel de denuncia no se aplicó en casos cercanos a sus propios círculos. La indignación de quienes critican a estos personajes radica en la percepción de un doble rasero: se apoya públicamente a una víctima cuando es conveniente políticamente, pero se opta por el silencio o la cautela cuando se trata de alguien de su propio entorno.

Este tipo de contradicciones también se hacen evidentes en la manera en que ambos manejaron la narrativa de la docuserie. A pesar de que la justicia no encontró pruebas suficientes para condenar a Antonio David Flores, tanto Errejón como Bernal Triviño mantuvieron una postura firme de apoyo a Carrasco, llegando incluso a deslegitimar el sistema judicial al sugerir que este no siempre ampara a las víctimas de violencia de género. Si bien este argumento es válido en muchas ocasiones, también levanta dudas sobre el uso de casos mediáticos para agendas políticas o personales, algo que, según los críticos, ambos personajes han hecho.

El impacto de la docuserie de Rocío Carrasco sigue siendo un tema de debate en España. Para algunos, fue un punto de inflexión en la visibilización de las víctimas de violencia de género; para otros, fue un ejemplo de cómo los medios y ciertos personajes públicos pueden instrumentalizar el sufrimiento personal con fines políticos o mediáticos. Íñigo Errejón y Ana Bernal Triviño fueron dos de los personajes más vocales en su apoyo a Carrasco, pero ahora se encuentran en una posición incómoda debido a las revelaciones sobre Errejón y las declaraciones de Bernal.

La pregunta que muchos se hacen es si estos personajes están dispuestos a asumir la responsabilidad de sus acciones y declaraciones, o si continuarán justificando sus posturas a pesar de las contradicciones evidentes. Lo que queda claro es que, en el mundo de la política y el periodismo, la hemeroteca es implacable, y las palabras que se dijeron hace años pueden regresar para perseguir a quienes no han sido consecuentes con sus acciones.

El caso de Íñigo Errejón y Ana Bernal Triviño, así como su implicación en la docuserie de Rocío Carrasco, ha sacado a la luz las complejidades y peligros de manejar temas tan delicados como la violencia de género en la esfera pública. Aunque ambos personajes han defendido posturas que, en su momento, parecían alineadas con la justicia y el feminismo, las recientes revelaciones han puesto en duda la coherencia de sus acciones. En un contexto donde la confianza pública es esencial, mantener la integridad y la transparencia debería ser la prioridad para aquellos que tienen una plataforma de influencia.