La figura del rey emérito Juan Carlos I ha estado envuelta en diversas polémicas desde su abdicación en 2014. Uno de los escándalos más resonantes ha sido el relacionado con los supuestos pagos millonarios que habría recibido de países extranjeros, como Arabia Saudí, mientras ocupaba el trono español.

En particular, el “regalo” de 10 millones de dólares de parte de la monarquía saudí en el contexto de su coronación es un asunto que ha sacudido la monarquía española y ha puesto en entredicho la transparencia y la legalidad en el ejercicio de sus funciones.

El “regalo” de Arabia Saudí a Juan Carlos I por su coronación: 10 millones  de dólares | España | EL PAÍS

El origen del escándalo

El escándalo se originó cuando salieron a la luz documentos que vinculaban a Juan Carlos I con grandes sumas de dinero transferidas desde Arabia Saudí hacia cuentas bancarias que el rey emérito tenía en el extranjero, particularmente en Suiza.

Una de las revelaciones más impactantes fue la existencia de una transferencia de 10 millones de dólares realizada en 1977, poco después de que Juan Carlos ascendiera al trono en 1975, tras la muerte del dictador Francisco Franco.

Esta suma de dinero fue descrita como un “regalo” de la familia real saudí, encabezada por el entonces rey Jalid bin Abdulaziz, para “congratular” al monarca español por su coronación.

Sin embargo, las investigaciones apuntan a que este generoso “regalo” podría haber sido más que un simple gesto diplomático y estar vinculado a favores políticos y económicos, particularmente en relación con contratos energéticos y de infraestructuras entre ambos países.

¿Un simple regalo o un soborno encubierto?

El debate sobre si los 10 millones de dólares constituyen un soborno o un regalo legítimo es central en este escándalo.

Según las leyes españolas, los regalos recibidos por figuras públicas, incluidos los miembros de la realeza, deben ser registrados y declarados.

Además, deben formar parte del patrimonio del Estado si son considerados regalos de Estado.

Sin embargo, el “regalo” de Arabia Saudí nunca fue declarado ni registrado como tal, y se descubrió solo décadas más tarde, cuando investigaciones sobre la fortuna personal de Juan Carlos revelaron la existencia de cuentas opacas en Suiza.

Para muchos críticos, este “regalo” es un ejemplo claro de cómo Juan Carlos I utilizaba su posición privilegiada para amasar una fortuna personal, aprovechando las relaciones diplomáticas y comerciales entre España y países como Arabia Saudí.

Se sospecha que, a cambio de estos favores financieros, el monarca facilitó acuerdos comerciales lucrativos entre empresas españolas y saudíes, incluyendo contratos multimillonarios en sectores clave como el petróleo y la construcción de infraestructuras.

Uno de los casos más sonados es el contrato para la construcción del AVE a La Meca, un proyecto gigantesco de más de 6.000 millones de euros adjudicado a un consorcio de empresas españolas.

Las relaciones entre Juan Carlos y la familia real saudí habrían sido clave para asegurar este contrato, que fue uno de los mayores acuerdos comerciales internacionales firmados por España en la última década.

Las consecuencias legales

El descubrimiento de los 10 millones de dólares ha planteado serias preguntas sobre la legalidad de las acciones de Juan Carlos I durante su reinado.

Aunque el rey emérito gozó de inmunidad mientras ocupó el trono, desde su abdicación en 2014 se han iniciado diversas investigaciones judiciales para esclarecer el origen de su fortuna y determinar si cometió algún delito.

En Suiza, las autoridades abrieron una investigación por blanqueo de capitales, que incluyó el rastreo de las cuentas bancarias de Juan Carlos y sus allegados.

En España, la fiscalía del Tribunal Supremo también inició investigaciones, aunque la posibilidad de que el rey emérito enfrente cargos es limitada debido a que muchos de los presuntos delitos habrían prescrito o fueron cometidos durante su mandato, cuando gozaba de inmunidad.

A pesar de ello, la imagen de Juan Carlos I ha sufrido un daño irreparable.

Lo que alguna vez fue visto como un héroe de la democracia española, por su papel en la transición post-franquista y su intervención en el fallido golpe de Estado de 1981, ha quedado empañado por estos escándalos de corrupción y dinero oculto.

Para muchos españoles, el rey emérito ha traicionado la confianza depositada en él, y su legado histórico se encuentra ahora bajo una sombra de sospecha.

El impacto en la monarquía española

El escándalo de los 10 millones de dólares no solo ha afectado a Juan Carlos I personalmente, sino que también ha tenido un impacto profundo en la institución de la monarquía española.

Desde que Felipe VI asumió el trono, ha intentado distanciarse de los problemas legales de su padre, renunciando a la herencia de Juan Carlos y eliminando la asignación que este recibía del presupuesto público.

Además, ha implementado medidas de transparencia dentro de la Casa Real para intentar recuperar la confianza del pueblo español.

A pesar de estos esfuerzos, el escándalo ha alimentado un debate creciente sobre el futuro de la monarquía en España.

Los movimientos republicanos han ganado terreno, y cada vez más españoles se cuestionan la viabilidad de mantener una monarquía que, para muchos, está desacreditada por los escándalos financieros y las acusaciones de corrupción que involucran a la familia real.

Además, la presión mediática y social ha sido implacable. Desde que se conocieron estos pagos millonarios, la prensa española e internacional ha cubierto extensamente los detalles de las investigaciones, erosionando aún más la imagen pública de Juan Carlos y de la monarquía en su conjunto. Las encuestas recientes muestran un aumento en el descontento popular hacia la institución, especialmente entre los más jóvenes, que no vivieron los años de transición democrática y no ven a Juan Carlos como una figura salvadora, sino como un símbolo de los excesos del poder.

Conclusión

El “regalo” de 10 millones de dólares de Arabia Saudí a Juan Carlos I por su coronación es un episodio que ejemplifica cómo las relaciones entre la monarquía y ciertos países se gestionaron durante su reinado.

Más allá de la legalidad o no de esta transacción, el escándalo ha expuesto las debilidades estructurales de la monarquía española y ha puesto de relieve la necesidad de una mayor transparencia y rendición de cuentas en el manejo de los asuntos públicos.

Mientras las investigaciones continúan, el futuro de Juan Carlos I parece sombrío, y su legado como rey está en juego.

Por otro lado, la institución monárquica enfrenta una de sus mayores crisis en décadas, y su supervivencia a largo plazo dependerá en gran medida de cómo Felipe VI logre manejar este legado turbulento.

En última instancia, la historia juzgará no solo a Juan Carlos por sus acciones, sino también a la monarquía española por su capacidad para reformarse y adaptarse a los tiempos cambiantes.