El estilo de vida lujoso de las monarquías ha sido una constante a lo largo de la historia.

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Entre ellas, se destaca Rania de Jordania, una de las reinas consortes más ricas del mundo.

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Desde su matrimonio con el rey Abdalá II el 10 de junio de 1993, ha mantenido una relación cercana con el pueblo jordano.

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Sin embargo, la pareja real ha enfrentado cuestionamientos por su patrimonio, que se estima en más de un millón de libras esterlinas.

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Por otro lado, en España, Letizia Ortiz, esposa del rey Felipe VI, también ha llamado la atención por su considerable riqueza.

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Según el medio británico Express, la fortuna de Letizia asciende a unos 8,3 millones de euros.

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Esta cifra representa un notable incremento desde 2014, cuando Juan Carlos I abdicó y Letizia asumió el título de reina.

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La riqueza de su esposo, Felipe VI, supera la suya, con una fortuna de alrededor de 16,8 millones de euros.

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Letizia proviene de una familia de clase media y, antes de su matrimonio con Felipe, trabajó como periodista en varios medios de comunicación.

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Alcanzó prominencia nacional como presentadora de los informativos de TVE, lo que le proporcionaba un salario modesto, insuficiente para ahorrar de manera significativa.

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A pesar de esto, logró mantenerse sin deudas ni dificultades económicas.

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El contraste entre su vida anterior y su posición actual como una de las mujeres más ricas de España refleja el poder transformador que puede tener la entrada a la realeza, algo que no es exclusivo de Letizia, sino que también vemos en otras reinas consortes como Rania de Jordania.

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Estas mujeres representan una parte de la élite mundial cuyas fortunas continúan creciendo mientras ocupan posiciones privilegiadas dentro de las monarquías más importantes del mundo.

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Este crecimiento económico no está exento de críticas, ya que tanto Letizia como Rania han tenido que enfrentar cuestionamientos sobre la transparencia y el origen de sus riquezas.

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Sin embargo, ambas reinas han mantenido su compromiso con las causas humanitarias y el bienestar de sus respectivos países, lo que les ha permitido mantenerse en el afecto de sus pueblos.

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En conclusión, tanto Rania de Jordania como Letizia Ortiz son ejemplos de cómo las consortes reales pueden amasar fortunas considerables, reflejando el lujo y el poder asociados a las monarquías modernas.

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Su riqueza, aunque en ocasiones criticada, también se convierte en un símbolo del impacto que estas mujeres tienen en sus países y en el mundo.